Abrirse, Rajarse

Dicen que entre hombres las cosas son claras y directas, que no hay secretos entre nosotros, pero la realidad es otra. La realidad es que tampoco entre nosotros es fácil abrirnos.

Desde pequeños nos enseñaron que los hombres no se rajan. Rajarse, abrirse, eso siempre ha sido cosa de mujeres, nuestro silencio es cosa de machos, no lo compartimos con nadie, por mas que las palabras nos ahoguen, nos compriman en pecho, tenemos que ser fuertes y salir solos adelante.


Hablar con franqueza podría ser el camino correcto para comunicarnos, pero, ¿que hombre quiere ser correcto por encima de ser hombres?

Si un hombre pudiera gritar a los cuatro vientos lo que trae por dentro, sacarse de encima lo que realmente siente, la gente, perdón, las mujeres se llevarían grandes sorpresas.

Pero ese mundo no existe, existe el del hombre y sus secretos, el que no tiene mas remedio que hablarse a sí mismo y encontrar dentro de él las armas para enfrentarse a la vida como un embustero, un jugador o un maestro en mostrar la mejor cara que tienes, una cara por fuera, una verdad inconfensable por dentro.

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